domingo, diciembre 10, 2017

Mi mamá, la reina que no entendí.

Cuando pienso en mi mamá siento una gran frustración, por no haber podido combinar mis sueños con los de ella. No podría haber dos personas mas diferentes sobre la tierra. Sin embargo, habría hecho cualquier cosa para tenerla conmigo hasta hoy. Si hubiera podido traerla a mi casa, habría hecho un cuarto extra solo para ella, con un enorme mueble con espejo y todos sus perfumes y cepillos de cabello y un armario de pared a pared para sus vestidos con muchos estantes para los zapatos. Cimentaría un camino en el jardín hasta la puerta para que no reclamara de la tierra y las piedritas. Habría llevado los gatos para algun otro terreno y prohibiría a todos los pájaros de rondar nuestros árboles. En cuanto a éstos, los podaría a todos drásticamente para que la cantidad de hojas fuera mínima. Prohibiría al cielo de llover y al sol de exagerar con el calor. Contrataría un canal de cable con novelas brasileras en español, uno de películas de Clarck Gable y el canal de Galicia, solo para ella saber de todo lo que ocurre en la tierra de sus ancestros. Atraería con cosas ricas y recetas nuevas a mi vecina para que venga a conversar con nosotras ya que ambas son muy parecidas Colocaría cientos de bolsitas con antipolillas, lavanda, clavo de olor, ruda y cualquier cosa que espante las polillas de los sagrados tailleur, de las sábanas con puntilla y de las toallas bordadas. Traería un entrenador personal bien bonito, para que la ayude a flexibilizar los brazos y piernas, una manicure para tratar sus manos y pies una vez por semana y una peluquera una vez por mes, y que de paso le hagan compañia, le cuenten cosas del barrio y de la ciudad y le den oportunidad de practicar el idioma y contar sus desventuras. Habría traído su computadora, para que aunque sea a uno por hora, pase todos sus poemas en limpio , para despúes volcarlos en su blog personal. Compraría un auto antiguo pero cómodo, que brille como un espejo para que ella se sienta elegante, lo perfumaría con Chanel Nro. 5 y la llevaría a su iglesia 3 veces por semana, y hasta la acompañaría al centro para que de vez en cuando se siente en alguna plaza a predicar a las personas, aunque yo me aburra terriblemente. Por lo menos una vez por mes la habría llevado a comer a un restaurante bien bonito con vista al mar, a la luz de velas y le sugeriría que el maitre está enamoradisimo de ella. Y tambien una vez por mes, la llevaría a alguna tienda bien grande ropa, para que critique todas las prendas sin gracia e uniformizadas, para despúes entrar en algun lugar a elegir tela y hacer un vestido en color pastel, bien vaporoso y chic. Comeríamos pescado una vez por semana aunque yo sea vegetariana. Quién sabe podría inventar una milanesa de lentejas que parezca pescado por fuera para que ella piense que no moriré de anemia. Y la llevaría al cine siempre que den una pelicula en la que no se besen demasiado ni tenga escenas de sexo para que no se sienta desubicada en el tiempo. Es tan larga la lista de cosas que haría si hubiese podido traerla conmigo ... Desgraciadamente, su obra social, solo valía en el pais de origen y el tratamiento para todas las chocheras de la vejez, no eran precisamente baratos, ni sabia yo si podria cobrar su jubilación acá. No se en que momento habría salido a trabajar, para pagar todos los gastos que significaban cumplir todos estos sueños, ya que por respeto, en vida no habría vendido su departamento que tanto amaba. Podría haber trabajado de noche mientras ella dormía, y aguantado el sueño durante el día. Qué no habria hecho para que ambas estuviesemos juntas sin tener que acabar nuestros dias, desdibujandonos entre cuatro paredes barrocas con vista a edificios grises y manchados en una ciudad barullenta y amargada. Pero todos esos sueños se fueron por la esquina cuando le diagnosticaron la muerte lenta con una tomografía. Perder una parte del cuerpo puede ser terrible, una mano, una pierna, la visión, cualquier cosa, pero peor es ver una mente libre y adelantada como la de ella, una personita refinada y curiosa, desintegrarse en la demencia hasta el punto de no saber como sentarse para hacer pis. Cuando los organos que son manejados por el cerebro, no tienen a su director, la persona no sabe ni como caminar, ni como hablar, y ni siquiera como tragar la comida. Y me tocó a mi ver esa decadencia durante dos largos años. Pensé que era mas demorado el proceso, y en realidad lo es, solo que en miles de kilometro de distancia, no la vi en los ultimos diez años mas que un par de veces, y no asocié los desvaríos con el Alzeimer, si no con la carencia afectiva de la vejez. Hasta que fue muy tarde, y sin remedios por tanto tiempo, su cabecita se fue apagando inexorablemente en lo que para mi , por momentos era demasiado rápido, y otras una eternidad. No quise de ninguna manera internarla, como sugería mi hermano, porque sabía que seria acelerar el proceso. Eso liberaría mi cuerpo para volver a lo conocido, a mi familia, mi casa, mis amigos, mis plantas y mis animales. Pero no liberaría mi consciencia de dejarla abandonada en un hogar de ancianos entre gente desconocida, sin sus objetos y sobre todo en un lugar sin ninguna privacidad. Eso solo ocurrió el último mes y medio, cuando vi que ya no tenía mas fuerzas para atenderla, a pesar que su peso estaba en los cuarenta kilos, pero que mi cansancio no me dejaba mas manejarla ni para ir al baño. Pero todo eso es una parte de la historia que no quiero recordar. Tambien no quiero frustrarme con todo lo que podria haber sido y no fue, porque sé que di lo mejor de mi, como podía a pesar de mis limitaciones psicologicas, ya que convivir por primera vez en treinta años con una persona que no combinaba conmigo ni remotamente, no fué una tarea fácil, sobre todo porque la depresión de ella por esa situación nueva y humillante, me arrastraba en la pendiente, sumado a sentirme fuera del agua, en un lugar que no elegí, en una ciudad que odiaba. Prefiero recordarla sonriente, vestida como una reina y brillando como una diosa, a la que -hasta entrar en la adolescencia- admiré por su forma de hablar, de cautivar, de ser el tipo de sol que transforma en palacio hasta una pocilga. Me reencuentro con ella y la perdono de todos sus errores de juventud, de todos sus excesos, para tenerla en un rincón de mi corazón que me provoca nostalgia y un poco de tristeza, por no haber entendido cuánto ella me necesitaba, por ser su única hija mujer, y que yo no supe manejar. Simplemente, escribo estas líneas para descargar todo ese dolor, y hacer ver a quien lee esto, que la muerte es ineludible y se lleva a todos y cuando eso ocurre nos damos cuenta de todo lo que podriamos haber hecho para hacerlos felices, y nuestro egocentrismo nos impidió.

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