domingo, julio 25, 2004

HOMBRE - CAPITULO 4 - PARTE 1- El amor es mas fuerte?

No pretendo clonarme y que mis hijos sean como yo, pero reconozco que a veces es una frustración muy grande, cuando Andrea me dice que gracias a Dios tiene mas genes del padre que míos.
         No soy del tipo que queda amiga de los ex-maridos, por lo tanto es una patada en la trasera del auto, que quiera parecerse a esa "cosa".
         Él es del tipo cerebral, calculista. Profesor de Filosofía, hizo el secundario y hasta segundo año de Facultad, sosteniéndose en mí trabajo.
"-Porque no da para estudiar y trabajar-". En realidad podía perfectamente trabajar como hace todo el mundo, medio turno en cualquier cosa, pero yo como una idiota me ofrecí para el sacrificio, pensando que en algún momento me iba a tocar a mí. Solo que me embrutecí trabajando de mostrador o en oscuras oficinas de abogados y otras yerbas, sin resto físico para estudiar.
         Yo quería ser técnica agrónoma, carrera corta de once meses, que se cursaba en El Palmar de Entre Ríos, pero él no quiso mudarse para allá, porque pararía el envión con el que venía rindiendo. Si hubiéramos hecho mi voluntad, me habría recibido, y tendría un sueldo decente trabajando en lo que me gustaba. En vez de eso, pasé diez años de mi vida sufriendo necesidades, por momentos extremas, sobre todo cuando Andrea era bebé, en que literalmente, llegué a comer el pan duro que mi vecino dejaba para los pajaritos. Fue en esa época que desesperada, fabriqué ladrillos de concreto a mano, tratando de aportar unas monedas, y no me pregunten cómo hice, siendo que amamantaba un bebé de pocos meses, hacía un frío de congelar el alma, y pesaba menos de 50 kilos.
         La que fue educada para princesa, acabó de mucama de un tano divino que me dio el trabajo nada más que por lástima, para que pudiera hacer algo llevando las dos bebas. Si no fuera por mi viejo que aportó dinero y esfuerzo físico para terminar un techo, hubiera sido peor. Mi vieja colaboró muchísimo, con ropa y comida, y también con verbas, para sobrevivir. Decir que éramos mendigos, es poco. Llegamos a recibir en el hospital, dos latas de leche por semana, para que mis hijas no pasaran hambre, porque él no duraba en ningún empleo.
         En los primeros años de vida de Andrea, tejí pullovers y armé artesanías que mi mamá vendía a sus amigas. Mas tarde, salí a trabajar de lo que fuera, ya que en Gesell conseguir alguna cosa de escritorio, era una hazaña casi imposible. Diez años mas tarde, un buen día, conversando con una colega, llegué a la conclusión de que estaba descerebrada, y que ya no tenía cómo estudiar, porque mi cabeza ya no funcionaba, posiblemente fruto de tantos años de pésima alimentación. Decidí entonces, pedirle a él una tregua, para poder hacer por lo menos una cosa que me aportase moral o intelectualmente, ya que su carrera estaba encaminada, y podía trabajar y rendir dos o tres materias por año. A regañadientes, aceptó que me fuera a una radio, por el sueldo mínimo, del que todavía descontaban los gastos como yerba y gas..
         No fue fácil tragar las caras que hacía y los pero que ponía para decidirse a buscar un trabajo. Decía que os intelectuales, no admiten un patrón.
         Lo peor eran las peleas, en que me agobiaba con frases pre-armadas, sabiendo de antemano que no era mi área, que no entendería, y que eso me dejaría sin argumentos. Entonces cuando callaba, decía que yo no tenía nada en la cabeza.
         Fué meses antes de esa triste época, que comencé a mandar cartas a una nueva radio que estaba naciendo (no, no era donde fui a trabajar) cuyos dueños tenían una onda buenísima, y se esforzaban por dar al público un producto diferente del resto de la manada.
         Sentí que no estaba tan vacía así como el quería que yo me sintiese, a pesar de los temibles "blancos de memoria", que cada vez empeoraban. Recuerdo una vez, haber salido a estudiar Química con una amiga, y completamente atontada, seguí de largo caminando en vez de entrar en su calle. Hasta hoy, mis momentos de distracción total y mis lagunas mentales, continúan ocurriendo, aún con mejoras en mi dieta, y agregando suplementos minerales y vitaminas específicas. Parece que las células muertas, son demasiadas. (Cuando viví en Río en el 96, pesquisé sobre un aparato de bio-feedback para estimular las neuronas que me faltaban, solo que costaba un ojo dela cara.)
         Cuando surgió la oportunidad de trabajar en la radio, pasamos bastante apretados durante dos o tres meses. Ahí un día, comenzó a amenazar con irse para la Capital, para trabajar y estudiar, lo que significaría no solo yo tener que dejar el trabajo que tanto quería, como también, exprimirnos en un cuarto de tres por tres en casa de mi mamá, porque el presupuesto no daba para pagar un alquiler, y él sabía cuanto me molestaba pasar meses de esa manera, en una ciudad que no tenía nada que ver conmigo. No es que no me guste Buenos Aires, pero es para visitarla y no para vivir, sino, no la disfruto.
         Como su propuesta fue irreducible, propuse separarnos en marzo del año siguiente, con vistas a cada uno cuidar realmente de sus sueños. Ya que él no iba a bancar mi carrera ahora que había organizado la suya, era justo que se fuera, trabajara y aportara a nuestras hijas. Hasta hoy, dieciséis años después, no conseguí que aportase ni mil dólares por año. Durante un tiempo era lógico que si vivíamos en la misma casa, aunque distanciados en nuestras ideas, continuaríamos como si "fuéramos una pareja". Pero conocí otra persona, y acabó.
         Para atrás quedaron los años no sé si felices o inconscientes de libertad en la arena, viviendo en el bosque de acacias, desnudos como animales, comiendo con cucharas de pino y abrigados con la bolsa de dormir de pluma de pato. También se fueron los ladrillos de mi vieja y las maderas de mi viejo, las puertas y ventanas del balneario destruido por un huracán de Cristóbal, que nos regaló con toda la onda, el piso del cuarto que hicimos con la ayuda de Cronitos, Hugo y un montón de gente que vino sin que los llamásemos.
         Quedó para atrás la vez que fuí a una reunión del colegio llena de cal o cuando amasaba pan en gajos de árboles a la moda de los boy scout, o las mil veces que hice dedo con mis hijas los 486 kilómetros para lo de mi vieja, para vender alguna cosa y sobrevivir.
         Para atrás quedaron los hijos que él rechazó, porque no teníamos cómo sustentarlos, y que me duelen hasta hoy, y las cuatro temporadas acampando en las dunas, para ahorrar unos pesos y comprar un terreno.
         Claro que la fuerza por detrás de todo esto estaba en el amor inmenso que yo le tenía. Ese amor no era indestructible, y fue amenazado muchas veces por la duda. Nos separamos tantas veces en diez años que perdí la cuenta. Lo traicioné, con remordimiento, pero traición al fin, porque buscaba algún parámetro en los hombres de familias ajenas, de cómo debía ser un marido y padre. Siempre volvía a él, no porque mejorase la cosa, sino porque realmente lo amaba. Lo amaba de una manera tal, que hoy por hoy, me da rabia, haber desperdiciado tanto amor con quién no valía la pena. Amé un hombre que no me amaba como yo lo amaba, sino que amaba el símbolo de lo que yo representaba: la mujer frágil por fuera y fuerte por dentro, la morena de larguísimos cabellos rojizos y polleras también larguísimas, con sus pulseras de plata y alpaca, que no usaba maquillajes ni quería lujos, y que dormía en cualquier lugar.
 

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola¡ Soy "Jaume"Barcelona-Cata-
lunya-España.Otra vez me has hecho
sentir lo injusto que es el mundo
en que vivimos. Una persona como
tú, no merece tener que pasar es-
tas experiencias negativas que has
vivido.Supongo que también las ha-
bra buenas.Para una vez que veni-
mos a este mundo, no se porque se-
rá, se suele cruzar en tu camino
la persona equivocada y a la cual
das tu vida.No hay vuelta atrás,
pero si hay un futuro al que aspi-
rar con un espíritu renovado.
Tengo mucho que decir, pero de mo-
mento me guardo más, para la proxi
ma vez.
Hasta pronto.

libro dijo...

guaaa!! me ha encantado espero que os guste el mio