sábado, noviembre 19, 2005

LOS AÑOS 70

Me siento una privilegiada, porque viví una época de oro que no sé si la pendejada de hoy puede mamar cosa parecida, y eso aún sabiendo que los que me llevan 5 o 10 años de ventaja, pasaron por cosas que yo no pasé.
Comencé a vivir mi propia energía con 16, en el '71. O sea que no pasé por la gran onda mundial del 69, ni sufrí la guerra de Vietnam (no me enteré hasta el '73 a través de filmes), no curtí LSD, marihuana, heroína y otras porque me bastó ver reventarse a los que merodeaban, y el alerta de los mas viejos que me rogaban para no entrar. Me retaron como a una criatura cuando probé jarabe para la tos con 17, y se preocuparon con mis vómitos alucinógenos de té de cactus con 28.
No fui totalmente libertina, porque creía (creo?) en el amor, pero curtí las pasiones hasta las últimas, lease fugas espectaculares por las dunas de Gesell y amenazas de muerte de los abandonados.
Tuve amigos de los buenos e incondicionales que aun conservo, y a los que no, todavía trato de rescatar vía internet. Ellos me amaron y no fue suficiente para retenerme en Argentina, porque no pertenezco a ningún lugar, aunque lo quisiera.
Como la mayoría, deseaba tener un rincón donde saber que dejo un libro o un CD, y encontrarlo al volver. Pero mi delirante ruta me lleva siempre por lugares o situaciones peligrosos, y pierdo la mitad por el camino.
Cuando no puedo ser totalmente coherente con mis ideales, sufro hasta el desgarro. “Hipocritear” me deja enferma, agarrando el estomago (literalmente) por los rincones.
Ya tuve que caretear en el trabajo por unos dólares, vistiéndome de señora gorda, con pulseras, y hablar de boludeces. La última vez, tuve de "compañerito de banco" un pibe de 19 que curtía los Rolling, y poníamos la misma radio, pero el ambiente general era de pesadumbre total, donde las minitas (8 o 9) se podrían a la sombra pesada de la burocracia. Coincidentemente, Argentina se derrumbaba estrepitosamente, y todos cuidábamos el puesto por miedo al hambre. Hambre que me rodeaba sin piedad hasta torturarme psicológicamente, pues no tenía como escapar para otro país, sin terminar primero con los proyectos ya comenzados de manera de no dejar deudas para atrás.
Como una mutante me adapto como puedo sin perder de vista mis códigos, flexibles, pero códigos al fin.
A veces me pregunto que mudaría si pudiera volver a los 70 otra vez, y no consigo. Tenía que ser de ese modo. En la escuela mortal y terrena las cosas eran para aprender así.
No reniego ni por decreto de la música psico (Norberto, Luis, Cristina y los otros chiquicientos bailando la música de Hair, Floyd, Iggy, Janis),ni de leer todas las revistas Planeta que conseguí para enterarme de quien era Sartre o Konrad Lorenz o Magritt, no reniego de vivir con los Hare Krsna o visitar los orfanatos.
No reniego de mis cientos de viajes "a dedo" donde conocí la solidariedad de mi país a pesar de algunos idiotas, of course. Volvería a largar los estudios mil veces o los trabajos, si eran una barrera para experimentar la vida, aunque dejando constancia de no haber (por lo menos yo) hecho pasar hambre mis bebas, por querer ser libre. Cualquier cosa se sacrifica en nombre de la familia pero da para encontrar atajos que no nos coloquen una corbata a los sueños. (corbata, puaj)
Gracioso, por un instante me vi como si fuera todos los personajes de Mafalda juntos en uno. Ya pensaron en que da la mezcla de Libertad con Susanita? Ji, ji

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